Saturday, June 11, 2016

Mudanza de vida


Llegando el momento de mi partida, un cóctel de emociones embargaban mi corazón. Durante los veinte años que tenía, viví en la misma casa y asistí a la misma congregación. Sin embargo, aunque grande era el cambio, no me costaba aceptarlo; la ilusión superaba la nostalgia. Más que lo que hacía, había algo que sí extrañaría: mis amigos. Emocionantes fueron aquellos días, Cuatro despedidas demostraron lo mucho que me querían.

Mi última vez en la habitación de mi niñez
Para un 12 de octubre pautamos mi mudanza. Desperté esa mañana a las tres de la madrugada. Mientras me preparaba, solo pensaba en cómo cambiaría mi vida. Observaba mi habitación por última vez, la cual guardaba muchos recuerdos de  mi niñez. No les miento dio trabajo, pero valía la pena el cambio. "Porqué apegarme a estos recuerdos -pensaba yo-, si muchos mejores me aguardan sirviendo donde hay mayor necesidad en el extranjero". Sin  retracción alguna me fui, olvidando todo lo que alguna vez valoré. Solo cosas materiales eran, no valían más que la experiencia que obtendría. Con dos maletas andaba, y tres bultos eran toda mi mudanza. Pero ya no había vuelta atrás, tenía que cumplir con mi palabra. Mis padres me llevaron al aeropuerto, como preludio a lo que más adelante harían. Ellos también dejarían todo atrás, buscando tener una vida más sencilla.

Con Rubén, Amós y Neftalí
en el terminal del aeropuerto.
Solo al principio me iría, y gran responsabilidad tenía. Preparar todo para mis padres que en tres meses se mudarían. Con Neftalí emprendería el viaje, al terminar su temporada laboral regresaría a su hogar. También Rubén y Amós nos acompañarían para visitar y darme apoyo moral. Recuerdo que llegamos un sábado y al otro día asistiríamos al Día Especial de Asamblea. Solo llegamos a prepararnos para el otro día partir a las tres de la madrugada a la capital. ¡Toda una travesía! Fue el inicio de una gran aventura, montado motocicleta y probando cosas nuevas en tiempo se nos iba. Durante dos semanas estuvieron conmigo y muchísimo disfrutamos. No me sentía solo aún, porque los tenía a ellos a mi lado.

Rubén Amós y yo
con Ana Karen y Magnolia
Llegó el momento de su partida y regresaron a Borinquen, con la idea de volver. Alegre me encontraba yo, envuelto en mi nueva misión. Comenzando en el pre-grupo de criollo haitiano, tenía mucho que aprender. Ya la escuela del idioma la habían dado, así que un gran esfuerzo debía hacer. También la congregación del El Córbano apoyaba, quienes era nuestros anfitriones. Estaba dispuesto yo a lo que fuera, sin miedo, cualquier proyecto quería emprender. Sin embargo, al segundo mes, recibí un gran golpe, uno que no veía venir.

Con Mónika, Estrella, Ana Karen y
Magnolia adaptándome al territorio.
Inmerso en tantas actividades no percibía una innegable realidad. Ya no estaba de vacaciones, este era mi nuevo hogar. Comencé a extrañar mis amistades, añoraba los momentos que vivía. Colisioné con la dura realidad que en mucho tiempo nos los vería. En casa de Neftalí yo vivía, y el notó cómo me sentía. En el suelo junto a mi cama se sentó y me contó cómo a él, eso mismo le ocurrió. En 1992 cuando se encontraba comenzando su asignación, a este pueblo llegó. Él y Brenda solo se encontraban una noche, pensando en lo que en su antigua vida con sus amistades harían. Pero de algo se dieron cuenta, para poder hacer de este su hogar tenían que concentrarse en su nueva realidad. La lección era clara, mi forma de pensar tenía que cambiar. Para echar raíces en mi nuevo hogar, nuevas amistades tenía formar. No es que a mis amigos fuera a olvidar, solo que tenía que apegarme a mi nueva realidad. Aún me cuesta, lo admito, pero ya he visto cómo Jehová me ha bendecido. Tengo amistades valiosas ahora, y recuerdos que nunca se olvidan. No he perdido amistades, solo se han internacionalizado. Ya no me limito a una frontera sino a un pueblo. El pueblo de Jehová, que es muy diverso.

Acabando de comprar mi motocicleta
a la que luego llamaron Timoteo,
Poco a poco me fui adaptando. Tratando de hacer de este pueblo mi futuro hogar. Solo así mi servicio sería de calidad. Comencé a preparar todo para la llegada de mis padres. Primero conseguí mi medio de trasporte, uno único en su clase. Cada día la veía fuera de un colmado, de pronto me enteré que estaba en venta. Enamorado de ella quedé, por su color y su nitidez. $560.00 dólares pagué, si, una motocicleta compré. Pero solo el inicio era de todo lo que tendría que hacer. Un apartamento tenía que rentar, amueblarlo y hacerlo un hogar. El tiempo pasaba y se agotaba, ya pronto mis padres llegaban. Cómo haría todo eso yo solo, le pedía a Jehová que me ayudara. Increíble su respuesta llegó a ser, Solo dos semanas antes todo lo llegué a tener. Un hermano de Texas que acá servía, a Ocoa se mudaría. El apartamento me cedía y todo me lo vendía. Por solo $1,000 dólares lo siguiente me dejó: nevera, estufa, lavadora, sofá, comedor, cama, gavetero y dos sofá-camas. En cuestión de un día todo lo tenía. No había duda que esta decisión, contaba con Jehová y su bendición. Ahora a mis padres me tocaba recibir, me preocupaba como se adaptarían, Cómo recibirían este gran cambio, la respuesta les sorprendería...

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