Wednesday, June 29, 2016

Nunca es Tarde


LLEGANDO a la cumbre de nuestra vida, resulta innegable la existencia de un anhelo incólume. El deseo de toda persona es: disfrutar en sus últimos años de la comodidad y los recursos que durante toda una vida han acumulado. Es irreprensible el desear alcanzar esta calidad de vida. Al fin y al cabo, ¿quien no merece un retiro digno después de 40 o 50 años de duro trabajo? Sin embrago, al llegar a esta etapa, muchos impactan una inesperada realidad. ¿Qué define la calidad de vida que tanto ansiaban?

Mis padres llegando al país.
Hay quienes comienzan algún pasatiempo y otros se dedican a cuidar o hasta criar a los nietos como si de un deber se tratara. Algunos, simplemente esperan en su sillón frente a la tele que el colesterol y la diabetes le hagan compañía hasta que la muerte los separe. Pero estos últimos olvidan una evidente realidad: "el trabajo dignifica al hombre". ¿Qué mejor trabajo se pudiera tener en ese momento, que dar a otros y servir a la comunidad? Mejor aún, ¿qué mejor trabajo que servir al mejor amo a tiempo completo, efectuando la obra mas importante que existe? Entonces, conviene reexaminar nuestro punto de vista sobre qué es calidad de vida en la tercera edad. 

Mis padres participando
en el servicio.
Para todos -seamos jóvenes o mayores-, la sola idea de mudarse al extranjero resulta abrumadora; y no es para menos. Son muchas las preocupaciones que saltan a la vista al contemplar semejante paso. Más allá de los estigmas socio-culturales, el tema de la salud suele tener bastante peso a la hora de tomar la decisión. Sin embargo, muchas veces dejamos que los prejuicios y la falta de información lideren nuestra percepción. Resulta cómico sin embargo, cómo muchos piensan que los mejores médicos se circunscriben al lugar donde viven. Ignorando así, el hecho de que muchos de los profesionales en que confían, estudiaron medicina en estos países en vías de desarrollo. Además, las farmacéuticas más importantes suelen establecerse en países como estos. No se puede negar que quizás, las técnicas más avanzadas sean un poco más difíciles de obtener si estás en una zona aislada, pero no son inexistentes. Y si, también existen seguros médicos. Ahora, liberados de estos estigmas, resta analizar su propia condición de salud para saber si un paso como este es viable; tomando en cuenta la condiciones reales de donde piense servir. Si no le es posible, tampoco el servir se limita al extranjero. Hay mucho que puede hacer por otros en su misma localidad. Lo importante es a que, a conciencia, demos el máximo a Jehová.

Frente al salón de la congregación
que han estado apoyando.
Mis padres tomaron esta inusual decision. No aspiraron a una vida cómoda, para pasar sus últimos años en la estabilidad relativa que un país desarrollado ofrece. Decidieron vivir la aventura que les privaron muchos años de duro trabajo. El proceso de adaptación me preocupaba. Al principio, como yo ya conocía cómo desenvolverme, dependían de mí para muchas cosas. Me preguntaba cómo se las arreglarían si yo no estaba, o qué harían cuando me fuera a trabajar a Borinquen otra vez. Aprendí una vez más de la mejor forma, que nadie es indispensable. Más aún tratándose de que su objetivo era apoyar la obra. En un abrir y cerrar de ojos ya no me necesitaban. Quedó probado entonces el dicho popular "nunca es tarde, si la dicha es buena". Dos años y medio después de su mudanza siguen trabajando duro en esta zona. No les miento, no es que no se hayan enfrentado a dificultades. Por ejemplo mi padre tuvo que someterse a un procedimiento quirúrgico en una ocasión, y recientemente ambos sufrieron un accidente en la motocicleta. Sin embargo, han adoptado la actitud correcta. Las dificultades siempre van a ocurrir, son inevitables, no desaparecerán por vivir en comodidad. Lo importante es qué hacemos nosotros mientras tanto, esperamos en un sillón a que llegue la muerte o vivimos una aventura ayudando a otros. Si, no hay que ser jóvenes para servir en el extranjero. Considere la posibilidad, puede estar seguro de que así estará viviendo "the best life ever" en su edad dorada.

Saturday, June 11, 2016

Mudanza de vida


Llegando el momento de mi partida, un cóctel de emociones embargaban mi corazón. Durante los veinte años que tenía, viví en la misma casa y asistí a la misma congregación. Sin embargo, aunque grande era el cambio, no me costaba aceptarlo; la ilusión superaba la nostalgia. Más que lo que hacía, había algo que sí extrañaría: mis amigos. Emocionantes fueron aquellos días, Cuatro despedidas demostraron lo mucho que me querían.

Mi última vez en la habitación de mi niñez
Para un 12 de octubre pautamos mi mudanza. Desperté esa mañana a las tres de la madrugada. Mientras me preparaba, solo pensaba en cómo cambiaría mi vida. Observaba mi habitación por última vez, la cual guardaba muchos recuerdos de  mi niñez. No les miento dio trabajo, pero valía la pena el cambio. "Porqué apegarme a estos recuerdos -pensaba yo-, si muchos mejores me aguardan sirviendo donde hay mayor necesidad en el extranjero". Sin  retracción alguna me fui, olvidando todo lo que alguna vez valoré. Solo cosas materiales eran, no valían más que la experiencia que obtendría. Con dos maletas andaba, y tres bultos eran toda mi mudanza. Pero ya no había vuelta atrás, tenía que cumplir con mi palabra. Mis padres me llevaron al aeropuerto, como preludio a lo que más adelante harían. Ellos también dejarían todo atrás, buscando tener una vida más sencilla.

Con Rubén, Amós y Neftalí
en el terminal del aeropuerto.
Solo al principio me iría, y gran responsabilidad tenía. Preparar todo para mis padres que en tres meses se mudarían. Con Neftalí emprendería el viaje, al terminar su temporada laboral regresaría a su hogar. También Rubén y Amós nos acompañarían para visitar y darme apoyo moral. Recuerdo que llegamos un sábado y al otro día asistiríamos al Día Especial de Asamblea. Solo llegamos a prepararnos para el otro día partir a las tres de la madrugada a la capital. ¡Toda una travesía! Fue el inicio de una gran aventura, montado motocicleta y probando cosas nuevas en tiempo se nos iba. Durante dos semanas estuvieron conmigo y muchísimo disfrutamos. No me sentía solo aún, porque los tenía a ellos a mi lado.

Rubén Amós y yo
con Ana Karen y Magnolia
Llegó el momento de su partida y regresaron a Borinquen, con la idea de volver. Alegre me encontraba yo, envuelto en mi nueva misión. Comenzando en el pre-grupo de criollo haitiano, tenía mucho que aprender. Ya la escuela del idioma la habían dado, así que un gran esfuerzo debía hacer. También la congregación del El Córbano apoyaba, quienes era nuestros anfitriones. Estaba dispuesto yo a lo que fuera, sin miedo, cualquier proyecto quería emprender. Sin embargo, al segundo mes, recibí un gran golpe, uno que no veía venir.

Con Mónika, Estrella, Ana Karen y
Magnolia adaptándome al territorio.
Inmerso en tantas actividades no percibía una innegable realidad. Ya no estaba de vacaciones, este era mi nuevo hogar. Comencé a extrañar mis amistades, añoraba los momentos que vivía. Colisioné con la dura realidad que en mucho tiempo nos los vería. En casa de Neftalí yo vivía, y el notó cómo me sentía. En el suelo junto a mi cama se sentó y me contó cómo a él, eso mismo le ocurrió. En 1992 cuando se encontraba comenzando su asignación, a este pueblo llegó. Él y Brenda solo se encontraban una noche, pensando en lo que en su antigua vida con sus amistades harían. Pero de algo se dieron cuenta, para poder hacer de este su hogar tenían que concentrarse en su nueva realidad. La lección era clara, mi forma de pensar tenía que cambiar. Para echar raíces en mi nuevo hogar, nuevas amistades tenía formar. No es que a mis amigos fuera a olvidar, solo que tenía que apegarme a mi nueva realidad. Aún me cuesta, lo admito, pero ya he visto cómo Jehová me ha bendecido. Tengo amistades valiosas ahora, y recuerdos que nunca se olvidan. No he perdido amistades, solo se han internacionalizado. Ya no me limito a una frontera sino a un pueblo. El pueblo de Jehová, que es muy diverso.

Acabando de comprar mi motocicleta
a la que luego llamaron Timoteo,
Poco a poco me fui adaptando. Tratando de hacer de este pueblo mi futuro hogar. Solo así mi servicio sería de calidad. Comencé a preparar todo para la llegada de mis padres. Primero conseguí mi medio de trasporte, uno único en su clase. Cada día la veía fuera de un colmado, de pronto me enteré que estaba en venta. Enamorado de ella quedé, por su color y su nitidez. $560.00 dólares pagué, si, una motocicleta compré. Pero solo el inicio era de todo lo que tendría que hacer. Un apartamento tenía que rentar, amueblarlo y hacerlo un hogar. El tiempo pasaba y se agotaba, ya pronto mis padres llegaban. Cómo haría todo eso yo solo, le pedía a Jehová que me ayudara. Increíble su respuesta llegó a ser, Solo dos semanas antes todo lo llegué a tener. Un hermano de Texas que acá servía, a Ocoa se mudaría. El apartamento me cedía y todo me lo vendía. Por solo $1,000 dólares lo siguiente me dejó: nevera, estufa, lavadora, sofá, comedor, cama, gavetero y dos sofá-camas. En cuestión de un día todo lo tenía. No había duda que esta decisión, contaba con Jehová y su bendición. Ahora a mis padres me tocaba recibir, me preocupaba como se adaptarían, Cómo recibirían este gran cambio, la respuesta les sorprendería...

Thursday, June 2, 2016

Inesperada Propuesta

Fue en febrero de dos mil trece
cuando regresé de Quisqueya,
y también de aquel servicio,
que en mí había dejado huella.

Tenía siempre presente
en mi mente aquella meta,
no queriendo que mi objetivo
fácilmente se disolviera.

Solo a tiempo parcial trabajaba
y gradualmente los meses pasaban.
No les niego que de vez en cuando
las preocupaciones se arrimaban.

Aveces veía yo el mudarme
como escalar una gran montaña.
¿Cómo yo con solo veinte años
lograría tal hazaña?

Le oraba yo a Jehová
y siempre le pedía,
que me ayudara a encontrar la forma
de servirle como el quería.

Un jueves común me levanto
y me preparo para ir al trabajo.
Mi padre me lleva soñoliento,
desorientado como siempre viajo.

De pronto me hace una pregunta:
¿Te gustaría la idea de todos mudarnos?
Yo dormitando le respondí "si",
sin distinguir lo que mi respuesta podría depararnos.

Luego llegué y comenzé el trabajo,
visitanto clientes y dando buen trato.
Pero, aún sin darme cuenta yo,
lo que ocurrió hacía un rato.

De pronto a mi mente llegó
aquella soñolienta conversación,
la cual no distinguía si fue realidad
o producto de la imaginación.

Pasaron los días y de pronto ocurrió,
que ya mis padres tomaron la decisión.
¡En solo dos semanas regresaríamos
para comenzar el proceso de coordinación!

Recibimiento en casa de los Seda.
Llegamos en julio contentos
y llenos de mucha ilusión,
para que mi padre viera el lugar
con detenimiento y mucha atencion.

Solo aquel poco tiempo bastó
y un recibimento lleno de amor,
para tomar la importante decisión
de pasar a "Macedonia" sin ningún pavor.

Tres meses fue el tiempo
que acordamos para mi regreso.
Una gran responsabilidad me aguardaba,
me sentía incapaz les confieso.

Un lugar donde vivir
tenía yo que conseguir,
amueblarlo y prepararlo,
un hogar construir.

Dudas y temores aparecían
pero tenía yo la garantía,
que si daba el primer paso
Jehová la iniciativa apoyaría.

Confiar en Él solo restaba.
Mi corazón estaba contento,
aunque mucho trabajo me esperaba
en mi servicio habría un gran aumento.

Después del servicio en la zona rural.